sábado, 25 de mayo de 2013

El juego simbólico
por Albert Giménez (Psicología, intervención psicoeducativa)

El tipo de juego característico del niño a partir de los dos años,  es el juego simbólico o juego de ficción ("hacer como si"). Se trata de una de las cinco conductas que caracterizan la aparición de la función de representación, aproximadamente en la mitad del segundo año de vida (las restantes son: la imagen  mental, la imitación diferida, el lenguaje y el dibujo).


El juego simbólico depende de la posibilidad de sustituir y representar una situación vívida en otra supuesta (hacer "como si" comiera, pero utilizando un palito).Constituye una asimilación deformante de la realidad. El niño se ve continuamente obligado a adaptarse al mundo social de los adultos y a un mundo físico que todavía no comprende bien. Por tanto, no llega a satisfacer las necesidades afectivas e intelectuales de su “yo” en esas adaptaciones, como lo hace el adulto. Resulta indispensable para su equilibrio emocional, contar con un tipo de actividad que el  objetivo sea transformar lo real, a las necesidades del yo (juego simbólico).
En los primeros juegos simbólicos puede observarse que el niño ejerce simbólicamente sus acciones habituales (hacer "como si" tomara la sopa. etc.) y atribuye a los otros y a las cosas esos mismos esquemas de conducta (“hacer dormir" a su osito, "hacer pasear" a su muñeca).
Más tarde, aplica de forma simbólica esquemas que no pertenecen a la acción propia, sino que han sido tomados por imitación de otros modelos (el papá, la mamá, la maestra, etc.). Por ejemplo, hace "como si" arreglara el coche, se pintara los labios, hablara por teléfono.
El niño practica esos juegos por el placer  y para  revivir sus experiencias. Son un modelo de expresión y afirmación del yo.
A veces, pueden tener el carácter de compensación, cuando se quiere corregir la realidad. Por ejemplo, un niño tiene prohibido comer chocolate porque le hace mal; entonces le dice a su muñeca que no coma, que podrá enfermarse.
El juego también puede convertirse una forma de reaccionar contra el miedo que una situación le provoca. Por ejemplo, tiene temor de acercarse a un perro, entonces juega a que lo acaricia, que lo lleva a pasear, etc.
A medida que el niño se desarrolla, el juego simbólico va evolucionando de forma natural, va superando el egocentrismo,  por su mayor nivel de socialización. Alrededor de los cuatro años, el juego simbólico adopta una mayor preocupación por la veracidad y exactitud en la imitación de la realidad, mayor orden, secuencia y continuidad, los roles son cada vez más diversos y diferenciados, y el simbolismo cada vez se vuelve más colectivo (gracias al proceso de socialización).

Teoría de Freud

Freud en relación al juego, concentra su atención exclusivamente al juego simbólico.
Para Freud no hay teoría del juego, se basa en la teoría de los sueños (interpretación de los sueños , 1898), donde vincula los sueños como expresión de deseos placenteros inconscientes que luchan por abrirse paso en la conciencia ( principio del placer). Los juegos constituyen un conjunto de mensajes subliminados, que como expresión del “principio de placer”, envuelven la vida cognitiva, social y afectiva del niño. Vincula la vida efectiva al instinto de pulsiones sexuales y agresivas, a las representaciones simbólicas tales como los sueños, en una clara analogía con éstos. Ve en el juego el mismo proceso de realización de deseos inconscientes (como si el niño soñara despierto al jugar).
El juego simbólico se encuentra al servicio de la realidad de su deseo. El niño juega creando un mundo propio donde inserta las cosas de su agrado (un mundo amable), apto para ser amado. La realidad pretende imponerle algunas restricciones, y es en el juego el espacio donde no hay restricciones a sus deseos de carácter inconsciente y sexual. Por tanto, el juego es ese mundo, en el cual el niño realiza un serio intento de elaboración de las renuncias pulsionales a las que la realidad lo somete.
Según su teoría, Freud define las pulsiones de la vida (sexuales y auto-conservación) y pulsiones de la muerte (agresividad, odio y autodestrucción),  que entran en conflicto con las demandas sociales y tienen que ser reprimidas para la aceptación del niño al  mundo.
Estas represiones son las que provocan según el autor las patologías que se encuentra el adulto años más tarde.
El juego será por tanto, la representación sus deseos pero también de su s experiencias más traumáticas que le surgieron, siendo un instrumento valioso para la modificación de esas experiencias desagradables, pudiendo dominar aquello que en su día no pudo dominar, por lo que consigue un mayor adaptación a la realidad.
Podremos ver estas representaciones, también en objetos  llamados transicional (Winnicott, 1979), por ejemplo un “osito” que representan emociones y afectos  que el  niño a mantenido con sus más cercanos, permitiendo llevarlo a su representación con el “osito”.

Teoría de Piaget

Piaget considera el juego como una actividad propia del niño; es su forma natural  de adaptación al medio, su forma natural de interaccionar con la realidad física y social que le rodea; lo deforma asimilando lo real al “yo”.
Al igual que la teoría psicoanalítica de Freud, considera la actividad lúdica, como una forma placentera de actuar sobre los objetos y sus propias ideas. Considera el juego como una conducta, autoorientada hacia sí misma (autotélica), como hemos comentado con anterioridad, encuentra el fin en sí misma.
La estructura intelectual de cada etapa del desarrollo, marcará sus límites y posibilidades.
Piaget relaciona las distintas etapas del juego infantil (ejercicio, simbólicas y de regla), con las diferentes estructuras intelectuales  que atraviesa la génesis de la inteligencia. Por lo que, la función del juego es consolidar las estructuras intelectuales a lo largo de su proceso de adquisición.
La función simbólica se representa algo por medio de un significante, diferenciado a través de: 1-símbolos (significantes motivos y construidos por el sujeto)  y  2-signos (recibidos por el canal de imitación).
Cuando el niño ya tiene interiorizado la imitación (imagen mental),  es cuando podemos empezar a hablar de juego simbólico.
En la primera etapa evolutiva del juego, se caracteriza por su egocentrismo en su máxima potencia. Más adelante con la socialización y las experiencias le vuelve más social, y es donde empiezan  los juegos de los roles.
En los esquemas de comportamiento del niño siempre hay dos dimensiones: la asimilación (procesos mediante el cual el niño trata de incorporar el medio ambiente a sus propios esquemas actuales de pensamiento y conducta) y la acomodación (proceso mediante el cual el niño modifica sus propios esquemas de pensamiento y conductas a los objetos y requerimientos del medio).
El juego evoluciona desde el juego ejercicio (sensio-motor), hacia el simbólico (pre-operacional) y de éste al reglado (operaciones concretas), en línea paralela a la evolución de la inteligencia.
 El periodo de pensamiento pre-operacional, se van a producir una serie de cambios en el proceso de la inteligencia del niño, hasta ahora ligados a la acción  motora, que van a determinar el surgimiento del pensamiento simbólico en sus diversas manifestaciones  (lenguaje, juego simbólico, imitación diferida, imagen mental). El símbolo se transforma en representación imitativa cada vez más fiel de lo real. En él se inicia y desarrolla las estructuras mentales que van a hacer posible el salto de la representación al pensamiento inteligente. A través del juego el niño entra en conflictos cognitivos permanentes que posibilitan la desestructuración de esquemas, la recomposición de estructuras y de conceptos, en esquemas nuevos, mejores y de mayor complejidad (proceso de equilibración).
Los tres caracteres diferenciadores en estas etapas son:
1-El orden relativo de las construcciones lúdicas “como siguiendo un guión” (Adolfo Perinat, cap. Teoría de la mente)
2-Preocupación creciente por la veracidad de la imitación exacta de lo real
3-Es el comienzo del simbolismo colectivo, es decir con diferenciación y adecuación de papeles de los roles.

CLASIFICACIÓN según Piaget
Proyección de esquemas simbólicos
Sobre objetos nuevos
Hace dormir al oso
Proyección de esquemas simbólicos
Sobre objetos nuevos de imitación
Hace como si hablara por teléfono
Asimilación simple de un objeto a otro
El lápiz es un avión
Asimilación del cuerpo propio a otro
Imita a Papá
Combinación simples (Traspone escena enteras)
Le cuenta lo que vio en la calle a la muñeca
Combinación compensatorias (Traspone escenas que corrigen lo real)
Le cuenta lo que vio en la calle a la muñeca, rectificando la acción
Combinación  liquidadoras (Traspone escenas penosas sobre objetos)
Le da el remedio a la muñeca


Teoría de Vygotski

Vygotski defendió que el juego simbólico es muy importante para desarrollo del niño.
Aparece cuando el niño es capaz de separar el objeto de su significado real.
Consideraba que las situaciones imaginarias creadas en el juego operaban como sistemas de apoyo mental.
Al igual que Freud, considera que en los deseos insatisfechos del niño, está el impulso necesario para crear las situaciones fingidas que permitan su realización (satisfacción del deseo).
No es posible considerar el desarrollo del niño, solo en términos de desarrollo biológico, dice Vygotski, criticando a Piaget, sin referirse a las satisfacciones de las necesidades psicológicas que el niño realiza a través del juego. El símbolo lúdico, respondiendo a necesidades del niño no resueltas, en su conducta adaptativa al medio, es una elaboración cultural que le sirve de respuesta ante la frustración que experimenta en aquella conducta. El verdadero juego es para Vygotski el juego simbólico o de representación de naturaleza socio-cultural.
El simbolismo del juego es el resultado de una actividad compleja en la que concurren las necesidades de satisfacción de deseos, la imaginación proyectada sobre lo no realizado y los símbolos culturales concretos. Por eso, satisface unas reglas, las reglas culturales de la actividad que representa. El niño que juega a ser «guardia» se comporta de forma que sea claro el papel que representa, para la que ha de seguir la estructura normativa que social.
En el juego simbólico el niño, en su conducta adaptativa, se vale de símbolos culturales para reproducir situaciones que no conoce del todo, aun que las interpreta en cierto sentido a la medida de sus posibilidades  mental es y experimentales. El niño de adelanta a sí mismo a su edad, y asimila pautas de conducta de etapas superiores de su desarrollo evolutivo.
Según Vigotski el juego simbólico no está ajeno a toda regla, sino que el ejercicio de los roles simbólicos tienen un sentido y están sometidos a las normas internas de acción y de conocimiento de aquello que es objeto de representación imaginaria “Acción-símbolo-regla” dominado por el contexto socio-histórico en el que se produce su desarrollo. De ahí la importancia de las costumbres sociales del medio sobre el desarrollo.
Ni por su forma ni por su función el juego es una actividad al margen del sistema social. A diferencia de la teoría piagétiana de carácter cognitivista, la teoría vigotskiana ofrece un enfoque esencialmente culturalista.

Teoría de la mente

El término de Teoría de la Mente (TDM) fue propuesto por Premack y Woodruff  (1978)  para referirse a las habilidades de explicar, predecir e interpretar la conducta en términos de estados mentales, tales como pensar, creer o imaginar: “Habilidad para atribuir estados mentales a sí mismo y a los demás”.

Hay un conocimiento innato de cómo comportarse para las relaciones sociales, que sirve para conocer a los demás y comportarse de forma adecuada. Pero este conocimiento es progresivo a la vez en el sentido de su evolución de estructuras mentales.
La capacidad para leer la mente de los demás, tiene una raíz primitiva (intersubjetividad primaria y secundarias). Se  pone en funcionamiento la construcción de significantes en la relación interpersonal. Con  la construcción de significados se pueden compartir experiencias a través del lenguaje (a partir de los 2 años y medio).
Empieza la curiosidad  por los gustos y sentimientos de los demás, y la manipulación de estos sentimientos para la satisfacción de sus propios deseos.
El niño descubre que los otros tienen deseos e intenciones diferentes de las suyas y a veces en colisión a éstas.
Una de las piezas claves del conocimiento de la personas, es el recordar. Esto lo descubren muy pronto lo niños; saben que los demás también recuerdan las mismas situaciones que han compartido juntos (conocimiento compartido).
Otro fuente de adquisición es el conocimiento por inferencia, la criatura empieza a darse cuenta que hay cosas que los adultos llaman sospechas o conjeturas. En esta faceta se involucra un aspecto dinámico del conocimiento como es el racionamiento (discurso interno), en el lenguaje ordinario es cuando el niño dice (yo pienso que…)
Otro pista importante que delata el conocimiento de las mentes, es la manipulación del engaño (fingir, disimular, mentir…), donde el niño se lanza a engañar porque tiene la experiencia de que puede llevar consecuencias sus actos.
Se ha formado por tanto, la idea que hay un dominio autónomo mental “dentro” y también dentro de los demás
La última vía de acceso a los fenómenos mentales es, los juegos de fantasía. Los niños se encarnan en personajes de cuentos o televisión, en los cuales se inspiran. Es actuar como si fueran el personaje y adoptar maneras de ver el mundo.
La repetición de historias explicadas a los niños, dan las primeras pautas en adquisición de los significados. La vida cotidiana social está estructurada como si fuera una narración (una historia), se sigue una estructura común, con una sucesión de acciones (guión). Tienen un orden temporal y a menudo causal, organizado jerárquicamente.
Los niños entran en la vida social, participando en guiones; con los juegos con adultos, episodios cotidianos, narración de cuentos, etc.  A partir de los 3 años, son capaces de ordenan temporalmente y distinguir los acontecimientos centrales (núcleo) y secundarios.
Y de aquí derivan otros procesos más complejos como: reconocimiento de roles, categorías de objetos, comprensión de textos y resolución de problemas.

Contextos de crianza: Uri Bronfenbrenner


Propuesta 1: Un contexto de desarrollo primario es aquel que el niño puede observar e incorporarse a patrones en uso de actividad progresivamente más compleja, conjuntamente bajo la guía directa de personas que poseen conocimientos todavía no adquiridas por el niño y con las cuales ha establecido una relación emocional positiva.
Propuesta 2: Un contexto de desarrollo secundario es aquel en el cual se ofrecen al niño oportunidades, recurso y estímulos para implicarse en las actividades que ha aprendido en los contextos de desarrollo primarios, pero ahora sin intervención activa o la guía directa de otras personas.
Es claro que la propuesta 2, no puede ser operativa sin la experiencia de la propuesta 1.
Los estudios revelan que las propuesta 1 y 2, son condiciones necesarias para el efectivo funcionamiento de los entornos en el contexto de desarrollo humano.
La interacción del niño con el adulto es primordial sobre todo los primeros años de vida para su correcto desarrollo.
Propuesta 3: El desarrollo potencial de un escenario depende del grado en que las terceras partes presentes en el escenario apoyen las actividades de aquellos implicados en la interacción del niño.

Teoría del apego  (Bowbly y Ainsworth)


El concepto de apego o vinculación fue establecido por Bowbly, referente a las necesidades primarias de los niños, al vínculo afectivo con las personas que tienen cura de él, y le dan seguridad emocional.
La figura de apego es una base segura para al niño que le permite alejarse para explorar i conocer el entorno con seguridad.
Ainsworth, diseño un estudio experimental “situación del extraño”, con  conductas de apego y exploración bajo condición de alto estrés (dejaban al niño solo en una habitación con un extraño, y luego volvía la madre). Este experimento determinó los tipos de apego y los modelos representacionales de esta relación. Estos datos también ponian en relieve su transmisión entre padres e hijos.
Referente a lo que nos interesa con la interacción entre hermanos, también se definió el  apego múltiple (distintas figuras de apego).
De inicio Bowlby admitió la predisposición a la vinculación con una única figura principal (la madre). Se estableció que esta vinculación principal era debida a una situación cultural más enfocada al cuidado de ésta (la madre) hacia el hijo. En otros grupos culturales, donde la implicación del padre es mayor, también se ha producido el mismo efecto.
Esta mayor sensibilidad (en la mayoría de culturas), es fruto del mayor tiempo que pasan las madres con sus hijos, siendo para éstos, la principal figura de base segura. En cambio, la figura paterna, se implica más en actividades de interacción lúdica. No es de extrañar que los niños prefieran ser consolados por sus madres y jugar con sus padres.
En cuanto a la relación con los hermanos, hay estudios que confirman la creación de relación de apego entre ellos. Es frecuente, que los hermanos mayores, ofrezcan a los pequeños cuidados similares a los de la madre. En situaciones de ambiente desconocido, se usan unos a otros como base de seguridad. Incluso la ansiedad antes las separaciones de las figuras de apego disminuye ante la presencia de su hermano. Estos vínculos afectivos se crean por compartir numerosas experiencias emocionales juntos.
Es incuestionable que los niños son capaces de establecer vínculos de apego con distintas figuras, siempre que éstas se muestren sensibles y cariñosas. La existencia de varias figuras de apego puede resultar muy conveniente para el niño, facilitando la elaboración de los celos, el aprendizaje por imitación, la estimulación rica y variada.
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